Thursday, February 09, 2006

Un poco más neurótica que de costumbre

Ayer tuve un sueño extraño: como mi psicólogo se iba de vacaciones, me derivaba a otro analista. Fui citada a las 22 hs. El consultorio se encontraba en una casa victoriana muy bonita. Yo estaba hojeando la Para ti cuando empezaron a llegar un montón de pacientes: una señora elegante con un afgano teñido de azul petróleo (es que ayer me dijeron que ese color será la vedette de la temporada), un rapero que tenía diamantes en lugar de dientes, una nena superdotada (coeficiente intelectual: 348) y un taxista neoyorquino (creo que eso fue porque leí el blog de Uralita). Como el analista está muy atareado los atenderá a todos simultáneamente, nos dijo la secretaria. Terapia de grupo, qué grasada, se quejó la señora del perro, pero cuando vio la sonrisa del rapero, dijo, bueno, a caballo regalado no se le miran los diam.., digo, los dientes. El consultorio resultó ser una especie de mini-restaurante con platos de porcelana y cubiertos de plata, divino, una monada y, oh sorpresa nos llevamos cuando vimos que el analista era nada más y nada menos que Mr. Freud. Resultó ser muy simpático. Comimos salmón y después nos presentó a Dora, que estaba sentada en la mesa de al lado con un rubio divino (me contó Dora que apenas salió la ley de divorcio le dio una patada al marido y se fue a Ibiza. Allí fue donde conoció al rubio Erik, masajista doctorado en dedos gordos. El pobre del ex, me dijo el taxista neoyorquino -ay, los taxistas saben las intimidades de todo el mundo-, cuando fue abandonado, se encaró a la amiga de Dora, pero ella no le dio pelota porque el único atractivo que él tenía era ser casado). Con la nena superdotada no hablé mucho, sólo le pregunté si la conocía a Sharon Stone y me dijo que sí, que era muy copada, pero como apenas tenía coheficiente 240, muchas cosas no captaba. ¿Qué le iba a decir yo después de eso, yo, que jamás me animaría a hacerme un test de coheficiencia intelectual por miedo a que me de más bajo que a Forest Gump? Así que me di vuelta y le pedí al taxista que me cuente más chismes. La nena superdotada, aburrida de nosotros, los neuróticos, se fue a la mesa esquizo y se sentó al lado de Pity. Escuché que le dijo: Ay Pity, vos sos el Charly Chorro del rock nacional. Tendrían que haber visto la cara de Pettinato: se puso verde de la envidia porque no fue a él al que se le ocurrió la frase más inteligente de la noche.
A las doce Freud nos dijo que se retiraba, pero si queríamos nos podíamos quedar porque tipo dos había una fiesta. Se fue por un caño, al mejor estilo Batman, y como había tomado mucho vino se pegó flor de golpe. Yo me hubiese quedado un poco más, pero con semejante ruido, hasta las marmotas se despiertan.

1 comment:

fran said...

muy muy bueno.
saludos