Tuesday, January 18, 2011

Solía leer su blog. La cruzaba por la facultad, en algunas lecturas, por la calle, siempre de casualidad. Nos conocíamos de vista, sabíamos nuestros nombres y que nos gustaba la literatura. Un Día de la Madre la vi en La Recova, estaba como yo, haciendo la cola para conseguir una mesa con su familia, o eso me pareció. Hola. Hola. Creo que nunca nos dijimos nada más. A veces, por blog, nos comentábamos e intercambiábamos un poco más de palabras. 

Su último post es de 2006. No me atreví a leer ni una sola palabra. Por esa época, todos los días, o día por medio, me enteraba algo de ella. Pequeño, simple, mentira o verdad, algo que le había pasado, un recuerdo, una ocurrencia, una queja, algo que, definitivamente, por insignificante que fuera, me atraía muchísimo.

Hoy por facebook me enteré que se murió. No sé cómo, no sé por qué. 

Recuerdo que una vez escribió que tenía miedo de dejar de desear, o dejar de enamorarse, o dejar… dejar. Eso y la noticia de su muerte me llevan a escribir estas palabras. Es como si me estuvieran golpeando en un mundo donde no existe el dolor. El mundo, quizás, al que ella le temía.