Friday, June 30, 2006

día triste. tristísimo.

Monday, June 26, 2006

Mi verdadero padecer

La tarde del domingo tuve pensamientos tristes, por ejemplo, tomé conciencia de que soy pobre y si llegan a cada rato esas cadenas de mails que dicen que si uno tiene techo, heladera, cocina y ese tipo de cosas, uno puede considerarse dentro del 10% más rico del planeta, es para hacerle creer a uno que no es pobre, pero uno es pobre igual, no jodan.
Mi miedo más grande es terminar en la calle. Me imagino durmiendo en un banco de plaza -de día, porque de noche es peligroso quedarse dormida-. Tendría en mi mochila un cepillo de dientes, una libreta, un lápiz y el DNI. Qué neurosis ni neurosis, lo mío es una clase media recalcitrante.
Después me quedé dormida y soñé que estaba por tener un hijo y todos me felicitaban, no porque iba a tener un hijo, sino porque no había engordado nada. Llega el doctor a la sala de parto y me dice que no tiene peridural. Le digo que está bien, que me la banco. Pero el chiquito al final decidió no nacer, como que le dio cosita hacerme sufrir tanto. Un tierno total, ¿no? O un cómodo.

el alcohol es un caballo enjabonado

Cuando tomo alcohol puedo llegar a preguntarme cosas como por qué al barrio de Caballito no le dicen Pony, que suena más lindo. Y de ahí, mi mente se puede ir al recuerdo de los Pequeños Ponies. Me encantaba peinarles las crines y también me acuerdo que cada vez que me obligaban a bañarme, para hacer el trámite un poco menos solitario, los metía conmigo en la bañera y los embadurnaba con jabón, shampoo y crema de enjuague: service completo de belleza. Mi preferido era el blanco con pintitas de colores y crines color verde. Creo que se llamaba Confite.

A los portaparaguas desconsiderados

Siempre me indignó la falta de consideración que los transeúntes portaparaguas tienen con los que no usan paraguas. Si tienen paraguas ¿Por qué se empeñan en caminar debajo de los balcones y techitos? ¿Por qué? Además, cuando deja de llover y cierran sus paraguas no reparan en que estos son objetos peligrosos que se pueden clavar en el estómago de las personas que caminan detrás de ellos. Yo ahora uso paraguas porque encontré uno que es una monada, pero prometo vengarme de los portaparaguas desconsiderados: si veo a uno que camina debajo de los balcones y techitos, no tengan dudas de que intentaré hundirle un ojo con las puntitas de mi precioso paraguas.

Friday, June 23, 2006

El amor, que por superficial no es menos contundente.

Mi amiga Amanda me cuenta que un día caminaba por las veredas de Caballito, cuando de repente ve un negocio de muebles antiguos y piensa: qué lindo sería entrar a ver muebles antiguos con un chico al que le guste acompañarme a ver muebles antiguos. Los meses pasaron. Una noche, en un concierto, conoce a un chico. Salen, se gustan, vuelven a salir, empiezan a conocerse de a poquito y un día, mientras caminan por las veredas de Caballito, sin que ella jamás le hubiese mencionado nada al respecto, él le dice: ¿entramos a ver los muebles? Me encanta ver muebles antiguos. Ella, ahí, justito ahí, se enamoró.

Es re loco esto del azar, a mí me pasa todo el tiempo, es más, a ella la conocí así. En la primera clase de literatura inglesa alguien dice algo de Foucault y yo, que estaba sentada al lado de Amanda, la escuché decir, ah, Foucault es un gran narrador. No pude no quedar medio pasmada después de eso que acaba de escuchar, porque era justamente lo que había pensado unas horas antes de entrar al aula. Nos pusimos a hablar y nos hicimos amigas. Foucault también me dio otra gran amiga, Loli, a la que igual que a mí, le parece que Foucault tiene la sonrisa más linda. Foucault, ahora que lo pienso, es mi punto débil, mi costado más sensible. También me pasó de leer un poema cuando era chiquita que me fascinó y muchos años después un chico al que nunca le había prestado atención me llamó por teléfono y sin siquiera decirme hola me lo leyó, y bueno, después de eso estuve varios años enamorada de él. Y otra vez, me pasó de ver a un chico y pensar es lindo, lástima que debe estudiar cine o diseño. Si estudiase Filosofía… y cuando le pregunté qué estudiaba, me dijo que era licenciado en Filosofía y ya no le pude encontrar ningún defecto, excepto que era perfecto y eso siempre, siempre, siempre es un problema.

Wednesday, June 14, 2006

El pasado

Hace unos días iba en el auto con mi mamá y mi hermana. Mamá se baja a comprar algo al kiosco. Yo giro la cabeza, la miro a mi hermana y le digo, Mamá es una caja de sorpresas. Siempre me cuenta cosas nuevas. Mi hermana me mira raro, ¿de qué me estás hablando?, me dice, a mí siempre me habla de lo mismo, que el abogado tal cosa, que el Banco tal otra, que los problemas de la casa, las cosas que se rompen, los impuestos, siempre lo mismo. Llega mamá y nos pregunta de qué estábamos hablando. Mi hermana le cuenta y mi mamá dice, es que vos Eugenia siempre estás revolviendo el pasado. Me gustó esa expresión (sin el tono peyorativo que la voz de mamá le otorgó al asunto): “revolver el pasado”, como si el pasado fuese algo que hay que cuidar a fuego lento.

Tuesday, June 13, 2006

Martes 13

Mi segundo cumpleaños cayó martes 13. También mi cumpleaños número 13, número 19 y número 24. Me acuerdo que un día antes de cumplir 13 le dije a una amiga bastante distraída que mi cumple iba a caer martes 13 y ella se quedó pensando hasta que me preguntó, ¿por qué el mío nunca cayó martes 13? Y claro, ¿cómo iba a caer martes 13 si cumplía el 7? Mi próximo cumpleaños que caiga martes 13 será el número 30. Eso va a ser duro Jason.

Pobre Princesa

Creo que los que nacimos en 1980 cerramos una generación: la generación que jugaba a Prince of Persia. A todas las personas más chicas que yo a las que les pregunté por dicho juego no lo conocen, o sí, pero de nombre nada más, porque lo jugaban sus hermanos o hermanas mayores. Por mi parte, yo no conozco a nadie que haya rescatado a la princesa.

Almuerzo universitario

Tendría que tener pudor en decir cómo empezó toda esta libre asociación, pero si tuviese pudor en mi blog, no tendría blog. Todo empezó con Primo Levi.

Flor abstrajo de la conversación el nombre Primo. Después pensamos que si los padres de alguien que se llama Primo son amantes de las cosas ordenadas, al siguiente hijo le tendrían que poner Segundo. ¿y al tercero? El tercero tiene que ser nena y llamarse Trinidad. El cuarto también tiene que ser nena y llamarse Abril ¿Y el quinto? Quintín. Después Sixto, el séptimo Domingo, el octavo Octavio, ¿el noveno?, otra vez nena: Luna, ¿y el diez? el diez… acá nos trabamos un rato. Ah, pero claro ¿cómo no se nos ocurrió antes? Diego Armando. Uh, y cuidado con éste, que es el séptimo hijo varón.

Cordones

Nunca coincide el momento en que se me desatan los cordones con el momento en que tengo ganas de atármelos, así que puedo caminar varias cuadras con los cordones desatados. Pero que una ande así, con los cordones al viento, parece alterar a la gente. A cada rato escucho un Che, flaca, se te desataron los cordones. Ayer mismo, un señor, desde la esquina me gritó ¡Nenaaa, tenés los cordones desatados! Yo, desde mitad de cuadra le dije gracias, pero seguí caminando con los cordones balanceándose de aquí para allá. Tienen buenas intenciones los que avisan, ¡pero qué molestos!, habría que decirles que hay gente que por vagancia aprendió habilidades tan estrafalarias como caminar con los cordones desatados sin caerse.

Monday, June 12, 2006

Felicidad pura

¿No les pasa que a veces se sienten felices, extremadamente bien, que no pueden evitar sonreírle a todo el mundo y no saben por qué es?

A mí me pasa, no muy seguido, pero me pasa. Ahora estoy en uno de esos momentos.

El error estuvo en contárselo a mi psicólogo, que todas las cosas positivas que le pasan a mi psiquis las atribuye al análisis y por eso decidió aumentar sus honorarios.

No es justo. Cuando estoy mal no los baja.

Oui mais moi

El viernes llego a casa y veo que el Banco me dejó (sin que yo la pida) una tarjeta Visa. Como un mono con navaja, pensé al imaginarme a mí con ese bichito rectangular en la mano.

El sábado probé una mezcla maravillosa: Spinoza, Sinclair y una pizca de CNNBS.

El domingo volví a ver Las invasiones bárbaras. Cuando me fui a dormir quise escuchar el cd de Françoise Hardy, pero no lo encontré.
Un punto es todo. Todo es un caos (ni hablar mi habitación). Pronto me mudo.

Friday, June 09, 2006

Sueño de la papa

Mamá había hecho ravioles y cuando estaba a punto de servirlos empezaron a llegar un montón de visitas. La comida no iba a alcanzar así que le dijo a papá que haga asado. Yo puse la mesa y me senté. Era yo, pero cuando yo tenía cinco años más o menos. Los demás estaban en el parque, revoloteando alrededor de la parrilla. Mamá me sirvió ravioles y le dije que no quería, que esperaba a que estuviese lista la carne. Vos comés ravioles, me respondió. Pero yo quiero carne, le dije y me miró con una cara como si la hubiese insultado. Me sirvió los ravioles, pero no los comí, seguía esperando la carne. Llegaron las bandejas con la carne y a mí no me servían porque tenía el plato lleno de ravioles. No es que no quiera servirte, me dijo papá, pero en tu plato no hay lugar. Pensé en comerme los ravioles para hacer lugar, pero me di cuenta de que no era un buen plan: iba a haber lugar en el plato, pero no en mi estómago. Bueno, no sé en qué momento -así pasa en los sueños- los ravioles se transformaron en una papa gigante. Yo estaba muerta de hambre y de rabia: quería comer carne y no me dejaban. Mamá se levanta de la mesa, va a la cocina y vuelve con una bandeja que contiene una croqueta de arroz, o algo así, algo nada tentador. Me dice, adentro hay carne. Clavo el cuchillo, abro la croqueta y adentro hay una papa, mucho más chica que la que ya tenía en mi plato. No sólo más chica, además estaba toda blanda, casi en estado de puré.
Es más que obvio, pero tuve que soñarlo para darme cuenta de que la imagen del padre que dan las madres a sus hijos siempre es más insignificante que la que cualquier hijo puede llegar a tener por sus propios medios.

La zona


En Stalker lo digo de forma abierta y yendo hasta las últimas consecuencias: el amor humano es ese milagro capaz de oponerse eficazmente a cualquier especulación sobre la falta de esperanza en nuestro mundo. Lo malo es que también nos hemos olvidado de qué es el amor.
A. Tarkovsky

Thursday, June 08, 2006

Frío

Domingo a la tarde. Tomo el subte. El chico que está a mi lado se levanta cuando estamos por llegar a la estación Congreso y deja debajo del asiento un bolso negro. Se acerca a la puerta y estoy a punto de decirle que se olvida su bolso cuando un pensamiento me impide abrir la boca: ¿y si es una bomba? Veo a la chica que está en frente. No tiene más de 20 años y se va a morir, igual que el señor de las manos enormes que está más a la izquierda y yo, claro. Somos tres, cuatro con el chico de la bomba, pero tres nos vamos a morir. No me parece justo ni injusto. Tampoco me parece triste. La sensación es de frío, pero no de ese que hace temblar, es frío de mano muerta, pienso, y me acuerdo de una canción que me cantaba mi abuela acerca de una mano muerta que resucitaba y después se volvía a morir, una cosa extraña. Mi abuela me cantaba cada cosa… por suerte, esas canciones tan trágicas las cantaba en italiano y ahora no me acuerdo mucho de ellas. Llegamos a la estación Congreso. Pienso que si no tuviese que morir dentro de unos segundos, debería bajar en la próxima. Se abren las puertas. El chico de la bomba está por bajar y no baja. Vuelve a su asiento. No es el chico de la bomba, no hay bomba, es un chico que, tal vez, no vea bien y necesite levantarse para leer el nombre de la estaciones. Me bajo en Saenz Peña y, como una recién nacida, lloro, pero para adentro.

Tuesday, June 06, 2006

A tener en cuenta

Grandes relatos, empezando por Frankenstein, nacieron de desafíos como éste.

Esta noche a las 23 hs., después de las lecturas del Grupo Alejandría, el segundo duelo: Romero vs. Funes.

Monday, June 05, 2006

Baisers volés

Un hombre entra sin querer al baño de damas y hay una mujer adentro. Entonces dice “disculpe señora” y se retira. Eso es cortesía. Ahora bien, si en cambio dice “disculpe caballero”, ese hombre tiene tacto.
Ah, entonces tengo tacto, le digo a Juan Pablo, porque cuando hay una persona que está en una situación incómoda, yo hago como que no la veo. No, no, me responde, eso sigue siendo cortesía. Para que sea tacto, le tenés que dejar bien en claro que realmente no la ves.