Wednesday, March 22, 2006

Sarah Kay


Estuve dando vueltas por Other voices, other rooms. Siempre me fascinaron los personajes como Idabel Tompkins, esa pelirroja tremenda, medio marimacho, con las rodillas huesudas llenas de cicatrices, a la que nadie, nunca, vio llorar, ni siquiera cuando le mordió una serpiente venenosa la pierna. Pienso que si siempre me fascinaron los personajes como Idabel, es porque se trata de personajes totalmente opuestos a lo que fui yo de chica. A mí solían decirme “qué femenina es esta nena” o “qué coqueta” (y hablando de coquetería: una vez, a los cinco, en un cumpleaños me caí de una hamaca, me rompí la nariz y me hice un moretón gigante en el ojo, y lloré mucho, pero no porque me dolía la cara, sino porque me había despeinado). En fin, en la primaria no era del grupo de las del fondo, sino de las que se sentaban en los primeros bancos, con el uniforme impecable, el moño rojo en la cabeza y la cartuchera llena de lápices y gomitas de colores, era de las del grupo a las que despectivamente llamaban “las chicas Sarah Kay”. Al igual que las chicas reas, sí me fracturé huesos, pero nunca por subirme a árboles altísimos, ni por caerme en medio de una corrida de vida o muerte escapando de algún lío. Cuando tenía diez meses, la hija de una amiga de mi mamá me quiso hacer upa, no me sujetó bien y terminé en el piso. Consecuencia: me rompí un tobillo. Más tarde, a los ocho años, me subí a un tronco de no más de 15 cm. y me rompí el húmero izquierdo Ahora, a la distancia, pienso que uno no elige a qué grupo pertenecer, digamos que hay ciertas condiciones ¿naturales? que nos ubican en ellos. Mi vocecita y la obsesión de mi mamá por la pulcritud de sus hijas me parece que fueron determinantes al momento de pertenecer a un grupo. En la adolescencia me rebelé: me corté el pelo, adopté un estilo grunge, traté de incorporar más y más malas palabras a mi vocabulario habitual, pero nunca, nunca, logré dar la apariencia de rea. A lo sumo me decían: estás deprimida, no?

7 comments:

Anonymous said...

No se porque me senti tan identificada...

vivi

Anonymous said...

Yo soy de los que eran malos en gimnasia. Cuando nos tocaba jugar al handball o al voley siempre me quedaba entre los de jugadores de descarte, que nadie quería elegir para integrar su equipo. Un día armamos un equipo de gorditos, angustiados e introspectivos. Había entre nosotros un huérfano, un evangelista y un psicótico en ciernes. Perdíamos siempre pero al menos nos causaba gracia. Después empezamos a escuchar Nirvana y todo cambió. No sé por qué, tu anécdota me hizo acordar a eso.

A said...

Despúes de todos los golpes se quebró la neurosis y se partió más para el lado de la histeria que de la obsesión?

un gusto!

A

U. said...

Buenisimo post, Euge. Yo, que era mas onda daniel el terrible siempre queria ser como mi hermana mayor, que era Sarah Kay. Ibamos a las reuniones familiares y a ella la miraban con cara de que prolijita y hermosa, y a mi me daban un look mas del tipo aunque-la-mona-se-vista-de-seda,-mona-queda.

yo said...

siempre me pregunto cómo será la vida adulta de quienes tenían la cartuchera llena de lápices y gomitas de colores.

ژ ژ gallo said...

¿Por qué las pelirrojas son muy bonitas o muy feas? ¿Por qué no hay un delicado término medio? Oh sarah key, my sarah key.
jjg

Anonymous said...

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