Sunday, May 24, 2009

Camino a casa

Apenas si puedo pensar. Apenas si puedo hablar. Ellas compran la nafta del auto con el que ahora me llevan a mi casa, me pagan las vacaciones, me lavan la ropa, me regalan comida para toda la semana. Lo hacen porque me quieren. Y saben que aunque esto no me haga feliz, ayuda para algo. Sus nucas, perfectas, casi que hipnotizan. Son las dos hermosas. Silvia se altera. Sus compañeros deben odiarla. Y mamá sigue hablando. No se detiene. Habla con gente que no conozco. Hasta cuando me habla a mí y me llama incluso por mi nombre, no es a mí a quien habla. Si dejaran de cuidarme la vida de los tres funcionaría mejor. Mejor, quiero decir, más naturalmente. Pero no puedo decirles que paren. Tengo miedo a que por fin perdamos nuestras máscaras. Nos dejan pasar sin pagar el peaje. No preguntamos por qué. No preguntamos nada. Silvia se arranca los pelos, de a uno. Nadie se da cuenta de que está loca, lo hace muy lentamente. Si fuese por mí ya me habrían comido los piojos. En eso tienen razón. Y las quiero más cuando tienen razón. Las quiero tanto que hasta a veces se los digo. Un día, muy triste, les escribí una carta a cada una y las pasé por debajo de la puerta. Les escribí cosas horribles, de borracho. Me arrepentí enseguida, pero no tenía llaves para entrar y era muy tarde para tocar el timbre. Nunca me dijeron nada y cada vez que me traen a casa, que estamos los tres solos, tengo miedo de que saquen el tema. Ahora mamá se alegra de que haya abandonado a Laura. No es cierto, lo sabemos, pero preferimos creer que fue así. A Laura sí que no la quería. Si mamá supiera lo que decía, pero yo no puedo repetir esas cosas. No puedo pensar. Apenas si puedo responder gracias, gracias. Hace mucho tiempo que no veo un animal muerto en la autopista.

4 comments:

Unknown said...

se parece a muchos!
severo

H de K said...

que bueno saber de vos! saludos eugenia

alejo sarano said...

me alegra mucho que estes posteando.
te quiero.
alejo

Biblioteca Arturo Marasso said...

me gusta que todo lo pienses mientras mirás sus nucas bamboleantes, porque quizás ver las cosas dese otra perspectiva o como si estuvieran ausente (la cara parece la presencia, lo otro accesorio, a veces), retomo, cuando están como ausentes o lejanas a veces podemos reflexionar mejor sobre la persona, quizás porque ponemos cierta distancia. no sé.