Saturday, October 07, 2006

Yo pensaba, estaba convencidísima, de que “bermudas”, en realidad, se decía “mermudas”. Por libre asociación, cada vez que decía mermudas me imaginaba un frasco de mermelada de frutillas. Si las bermudas me parecían feas, entonces me imaginaba un frasco de mermelada de naranja. Papá nunca me corregía, le daba ternura que yo hablara mal. Pero sólo a él le daba ternura, los demás se reían cuando decía “mermudas”, “aprendé la luz” o cosas por el estilo. Sobre todo se reían de mi pronunciación afrancesada, cosa que a mamá le encantaba (no que se rían de mí, sino mi pronunciación)*. Hasta los seis años fui incapaz de pronunciar una erre, especialmente si se encontraba detrás de una ce, una te, una pe, y ni que hablar de una ge. Así fue como se me ocurrió crear un mini-diccionario personal de sinónimos. En vez de decir “perro”, decía “can”, en vez de decir “rato”, decía momento”, en vez de “grande” decía “gigante” (“enorme” también me resultaba un poco difícil) o “adulto”, según el contexto de la palabra “grande” (la palabra “mayor”, por razones obvias, también trataba de evitarla). Y cuando tomaban lista en el colegio, en vez de decir “presente”, decía “acá estoy”. Donde no tenía escapatoria era a la hora de pronunciar mi apellido. Por eso, una tarde, a los seis, fui a la cocina -mamá estaba preparándome la leche- y le supliqué de rodillas que por favor me dé el suyo, porque Clará, a diferencia de Rombolá, lo podía pronunciar sin correr el riesgo de que los demás se rían. Creo que fue porque la conmoví, o porque se dio cuenta de que Buenos Aires no es París, que decidió llevarme a la fonoaudióloga, una mujer que resultó ser muy dulce y paciente. Todos los jueves, de 18 a 19 hs., iba a su casa a tratar de pronunciar correctamente, y mejoré un poco, sí, pero no mucho. Tenía un cuaderno de hojas lisas donde la fonoaudióloga, Patricia, me escribía los ejercicios y me pegaba fotocopias con dibujos, que yo tenía que pintar y después debía nombrarle los colores que usaba. Yo, pícara, la primera vez pinté los dibujos de azul, naranja, amarillo, violeta... pero ella, más pícara que yo, en el segundo encuentro sólo me dio rojo, negro, rosa y marrón. Tenía un espejo sobre la mesa, donde yo tenía que verme cuando hacía mis ejercicios articulatorios. Lo que más me gustaba era hacer muecas frente al espejo mientras Patricia me escribía los ejercicios en el cuaderno, pero claro, una vez me descubrió, levantó la cabeza del cuaderno antes de que yo pudiera volver mi cara a la normalidad y me morí de vergüenza. A partir de ese momento, ir a lo de Patricia fue una tortura china para mí (no, en este caso creo que correspondería mejor decir “tortura rusa” o mejor aún: “tortura groenlandesa”). Bueno, pero como contaba antes, mi pronunciación afectada no es mi única rareza. Hay algunas cosas, que vaya uno a saber por qué nunca logré asimilar y las mezclo, por ejemplo, me confundo a Isabel Sarli con Beatriz Sarlo. También me confundo “colibrí” con “coliflor”, “repollitos de bruselas” con “brócoli”, dudo siempre si se dice Dylan Thomas o Thomas Dylan, Ayer descubrí una nueva: fui a hacer las compras y le digo al chico del súper:

- ¿Sabés en dónde están las albóndigas?
- ¿Qué? No, no vendemos acá.
- ¡Pero si en todos los supermercados venden albóndigas!

Se me queda mirando.... yo pienso, ¿cómo se dice “albóndigas” o arbóndigas”?.... dudo... dudo seriamente... estoy convencidísima de que se dice “albóndigas”, pero bueno, me tiro el lance:

- ¿Y arbóndigas venden?
- No, tampoco.

Por suerte miro para atrás y ahí están, puf, por suerte, ahí están las latas de arvejas.
*Se deduce entonces que no decía exactamente "mermudas" y "aprendé la luz", sino que en realidad decía algo así como "megmudas" y "apeguendé la luz"

5 comments:

Playmobil Hipotético said...

pensaba: podrías haber dicho legumbres. después me dí cuenta que no. si consigo otro sinónimo, vuelvo

Eugenia Rombolá said...

volvé! volvé!, pero sin erres please.

Linda said...

JAJA, sos un "apagato"!

Unknown said...

Encontré tu blog...

...me encantó!

Gracias por las sonrisas!


...besitos de mar...

..desde las Islas Canarias...

Anonymous said...

tuve un amigo que toda su vida hasta los 16 años pensó que los 'lunares' (de la piel) en realidad se llamaban 'nunares'. No estás sola =). Las arvejas son como guisantes secos...Quizá te sirva ese sinónimo