Monday, April 17, 2006

La intempestad

A veces pierdo el sentido de todo. Me puede pasar en cualquier momento: en el supermercado o en la parada del colectivo, mientras espero en la fotocopiadora de la facultad, en una fiesta o frente a la pantalla de la computadora. Lo peor es cuando me pasa en plena conversación con alguien, eso sí que es feo ¿Y de qué se trata esto de perder el sentido de todo? Quiero aclarar que no es una hipérbole: cuando digo “todo” realmente es todo, entonces suelo quedarme muda y con el corazón agitado. A veces el sentimiento es menos agudo o lo veo venir, así que, en el caso de estar en plena conversación con alguien, trato de contrarrestarlo con una catarata de palabras que en realidad no quisiera decir, porque en ese momento la puerta entre inconsciente y conciente pareciera brillar por su ausencia. Con el correr de los años esta parálisis mental me pasa cada vez más seguido. La primera vez fue a los 5. Era un sábado a la tarde. Terminé de comer, me fui a mi habitación y me senté en la cama. Era verano. Mi cama tenía unas sábanas de gatitos y estrellas. Miré las cortinas rojas con dibujos de Hansel y Gretel, miré mis zapatillas con abrojos, la cama de mi hermana enfrentada a la mía con sábanas azules y dibujos de Snoopy. Volví a mirar mis zapatillas; no me gustaban, nunca me gustaron las zapatillas con abrojos, pero ni siquiera pude odiarlas. No me pasa nada, pensé, nada, nada, nada. Salí al parque. Vi el nogal lleno de nueces y no tuve ganas de recolectarlas. Oí los ladridos histéricos del perro del vecino y no tuve ganas de chistarle para que se calle. Vi el ciruelo tratando de darle batalla a la muerte, porque, pobrecito, estaba muy debilitado, y le pregunté –para mis adentros, claro- por qué, por qué quería seguir viviendo si no pasaba nada, si todo era lo mismo. A los ocho volví a tener la misma sensación, pero en esa oportunidad era más sabia que a los cinco y que ahora (creo que los ocho fueron mi época de oro). Ahí el sentimiento de la nada perdió porque yo tenía un arma infalible: la plena conciencia de que siempre se construye sobre arena y si viene una ola gigante a arrasar con todo, se vuelve a construir, así es la vida. Bueno, después vinieron unos cuantos maremotos seguidos que me arrancaron el arma y me quedé sólo con un escudo para enfrentar al dragón Nada, un escudo raro, peludito, un pincel digamos, y por eso pinto.

9 comments:

Emilie said...

me encantó, nada más
besos

Unknown said...

Según el analista kármico y oblicuador de rectas, Alonso Morning, cuando se pierde el sentido de todo es cuando se comprende, exactamente, todo. El sentido como "justificación" de algo es la barrera entre lo humano y lo infinito.

El sentimiento es raro, el vacío siempre termina en pánico.
No debería ser así, pero que le vamos a ser...
Somos cosmopolitas.

Unknown said...

Antes me daba vértigo, pero ya me acostumbré a mirar por debajo de la silla donde estoy cómodamente sentado y contemplar el vacío.
Lo más sensato debe ser dejarse caer, pero todavía no me animo. Quien dice... tal vez haya fondo.

Y tengo la sensación de haber escrito ya sobre esto.

U. said...

Euge, identificacion total con tus palabras. Excelente.
Desde chica que tambien paso por eso de que pierdo el sentido de todo, y lo loco es que es una sensacion imposible de provocar o generar, aparece sola en momentos rarisimos y es inconfundible con otras, pero a la vez tan dificil de explicar.
Vos lo hiciste demasiado bien.
Un beso.

yo said...

sí, pasa.

Anonymous said...

a lo mejor es preanuncio de algun futuro extasis mistico,o es un momento de supraconciencia,me pasa seguido tambien y siento mucho panico.

paula p said...

me encantó eso de los 8 como edad de oro*

Anonymous said...

Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
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Anonymous said...

Nice colors. Keep up the good work. thnx!
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