En estos tiempos, en los que parecería haber una explosión de poesía, en los que se llenan páginas y páginas de efímeros versos, lo que percibimos nosotros, los que vamos por el camino empedrado de la creación poética, el camino de la reescritura, la página en blanco, la frustración, el deseo, el silencio, la euforia, la resignación y en algunos pocos momentos, la felicidad de un buen verso, repito, lo que percibimos es un espacio vacío, ocupado fugazmente por instalaciones poéticas, recitales poéticos, publicaciones poéticas, hechos por personas a las que no hay que restarles el mérito de la acción, pero sin dejar de observar que esas puestas en escena no tienen bases que las sostengan en el tiempo, que están impulsadas por una búsqueda del momento. Cuando tratamos de encontrar en dónde radica la poética de esos eventos y de esas publicaciones, volvemos otra vez al lugar vacío que tiene la poesía actualmente.
Los que formamos parte de este proyecto tenemos la ambición de escribir sobre el cuerpo blanco de ese lugar. Tarea por cierto odisíaca. Se trata de emprender un largísimo y dificultoso viaje, porque creemos que la poesía no se encuentra, sino que se busca hasta caer en ella, sin nada que amortigüe el impacto. No es fácil, porque el poeta que entrega su deseo y energía a esa tarea está siempre dispuesto a perder y a que lo devoren los lobos. En definitiva es un guerrero que, frente a la contemporaneidad que le exige inmediatez, se ve obligado a combatirla con palabras y formas pensadas, sentidas, transformadas una y mil veces.
Una y mil veces, esa es nuestra propuesta, golpear incansablemente nuestro cuerpo de palabras contra el suelo fosilizado de la lengua, hasta lograr que hable de nuestro tiempo y nuestra condición humana.
Los que formamos parte de este proyecto tenemos la ambición de escribir sobre el cuerpo blanco de ese lugar. Tarea por cierto odisíaca. Se trata de emprender un largísimo y dificultoso viaje, porque creemos que la poesía no se encuentra, sino que se busca hasta caer en ella, sin nada que amortigüe el impacto. No es fácil, porque el poeta que entrega su deseo y energía a esa tarea está siempre dispuesto a perder y a que lo devoren los lobos. En definitiva es un guerrero que, frente a la contemporaneidad que le exige inmediatez, se ve obligado a combatirla con palabras y formas pensadas, sentidas, transformadas una y mil veces.
Una y mil veces, esa es nuestra propuesta, golpear incansablemente nuestro cuerpo de palabras contra el suelo fosilizado de la lengua, hasta lograr que hable de nuestro tiempo y nuestra condición humana.
1 comment:
Corrección a la apoliticidad poética, (un lema)
Vivimos asediados por las demarcaciones poéticas de los conceptos y para definir "incomodidad" y "falta de afinidad" nos imponen el ámbito acaparado de la disconformidad y la subordinación adulta.
firma: el que come de su vida joven
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